¿CÓMO FUE TU PRIMERA VENIDA A URUGUAY?
Fue medio abrupto porque tenía a mi novia en Santiago que era compañera de clase en la facultad y mis amigos, Tenía 17 años y lo único que quería era quedarme en Santiago.
Al principio no me adapte, no tenía ningún interés en adaptarme. A los 6 meses le pedí a mi padre que me dejé ir a vivir y estudiar allá.
Me dejó, alquilé un departamento en Santiago con 17 años. Era un bacán. Estudié Educación Física en la Universidad de Chile, hice toda la carrera allá.
¿CÓMO VOLVISTE Y TE QUEDASTE EN URUGUAY?
Un año fui a dar la vuelta a Sudamérica, estuve en Perú, Brasil y cuando bajaba pasé por Uruguay a visitar a mis padres. En esa estadía conocí una chica que estudiaba Educación Física, nos hicimos amigos y en vez de seguir mi periplo para Santiago me quedé acá.
¿Y QUÉ PASÓ CON TU APARTAMENTO Y TU NOVIA CHILENA?
Sucede que uno de mis hermanos también estaba estudiando en Chile y se encargó de mis cosas. Allá quedaron mis amigos y aquella novia, hoy todos profesores de EF y con quienes sigo manteniendo contacto. Pasé una época muy bonita en Chile, una adolescencia con bastante libertad y con muchas experiencias de vida que fortalecieron mi forma de ser.
¿CUÁL FUE TU PRIMERA EXPERIENCIA LABORAL EN URUGUAY?
Comencé en una escuela pública que se llamaba Abacú. Una gran experiencia y también empecé a trabajar en la Asociación Cristiana de jóvenes. Fueron grandes enseñanzas porque me tocó trabajar con muy buenos directores que me enseñaron muchas cosas.
¿SIEMPRE TUVISTE ES LADO ESPIRITUAL? POR ALGO TE DICEN “EL SENSEI” ¿NO?
Ese lado me lo despertó mi madre, desde muy chico, Mi familia era muy creyente y yo de ese lugar me fui separando hacia otras ideas religiosas como el budismo, spanisharts, leía mucho sobre libros antiguos. Creo que a cada persona lo mueve su luminosidad, todos somos seres buenos y debemos cultivar esa bondad para ser mejores y que las sociedades sean más pacíficas. Manejar mejor las energías y las frecuencias.