MATIAS ABOY
¿DE QUÉ GENERACIÓN SOS? ¿COMPAÑERO DE QUÉ JUGADORES?
Yo soy generación 97. La mayoría de mis compañeros jugaron, ahora quedamos poquitos. Santi Civetta. Manu Leindekar, Juanma Fernández, Canario Piana, el Negro García, Marcos Pastore, Tute Henderson, seguramente me esté olvidando de varios. En el momento que nos tocó subir éramos un montón, todos o casi todos llegamos a jugar en Primera. Hoy quedamos pocos por situaciones que se fueron dando, pero seguimos tirando del carro.
¿QUÉ RECUERDOS TENES DEL COLEGIO?
Lo que más me acuerdo es de los fines de semana, de venir acá a jugar con amigos, me acuerdo de todos los técnicos que tuvimos: Rodri Cortez, Rodri Anguita, César (Cat), Tonga (Bernardo Garat), Pishi (Federico Pérez), Tin (Martín Stéfani), Oveja (Santiago) Core, Seju (José Gari), Colo (German Albanell). Todos nos marcaron algo y nos acordamos de todos y cada tanto cuando nos juntamos sale un cuento y nos acordamos de ellos.
Me acuerdo de las giras a Buenos Aires, tuvimos la suerte de hacer una gira por Japón, Nueva Zelanda y Australia con el Colegio que no nos olvidamos nunca más y que nos sumó mucho como grupo y personalmente.
La parte deportiva y el grupo humano con mis amigos creo que es lo que más nos llevamos. De hecho, salimos del Colegio hace 7 años y todos los miércoles nos juntamos a comer, somos un grupo de 30 personas que nos vemos todas las semanas.
¿LA GIRA A JAPÓN QUE TE TOCÓ ES LA MISMA EN LA QUE CIVE SE TUVO QUE QUEDAR EN SHANGAI?
Esa misma. Fuimos primero a Nueva Zelanda 5 días, jugamos contra el Auckland Grammar School. De ahí nos fuimos a Japón a jugar el Campeonato que es una especie de Mundial de colegios. En semifinales nos tocó un colegio francés. Nuestro capitán no pudo jugar y a los 10 minutos se nos rompió uno y echaron a otro. Después ganamos bien el 5to puesto.
Cuando empezábamos a volver teníamos programado unos días en Australia para jugar un partido, hacer un poco de playa y descansar.
La noche antes de viajar, dormimos en unos cuartos llenos de cuchetas y en una estábamos él y yo. A medianoche me despierto y Cive estaba sentado en la cama, muerto de frío. Llamamos al Quincy, tenía fiebre, se tomó algo y la fiebre bajó.
Al otro día salimos de Japón, con escala en Shanghái para cambiar de avión y seguir a Sídney. Cuando bajamos del avión en Shanghái todos los sensores de temperatura empezaron a saltar. Ahí fue cuando tomaron la decisión de quedarse a esperar que le baje la fiebre y después seguir en el próximo vuelo.
Después de eso empieza otro cuento que está muy bien contado en la revista.