¿SOS EX ALUMNO DEL COLEGIO? ¿DE QUÉ GENERACIÓN?

Sí, tuve la suerte de venir los 12 años al Colegio.

Entré en 1957 en la sede de José Benito Lamas en Pocitos y terminé en 1969 en Carrasco donde nos mudamos en 5to de escuela. Hace más de 50 años que salimos y con mis compañeros nos seguimos viendo hasta el día de hoy, tenemos un vínculo muy especial, un sentido de pertenencia generacional que es muy lindo. Con algunos nos vemos más, con otro menos, pero nos seguimos reuniendo una vez cada 5 años y es como si hubiéramos salido ayer del Colegio. Las anécdotas se repiten y se agrandan porque cada vez nos acordamos menos (risas). Nos divertimos muchísimo.

A la vez es una generación que está muy dispersa, hay muchos en el exterior, pero vienen a las reuniones. Hemos repatriado gente de Canadá, Australia, Estados Unidos, Inglaterra, Bélgica para ese encuentro quinquenal. El vínculo con la generación es fantástico.

¿JUGASTE AL RUGBY EN EL COLEGIO?

Sí, claro. Recuerdo muy bien los partidos con el Christian, con quienes teníamos una sana rivalidad. También íbamos bastante a jugar a Buenos Aires, 2 o 3 veces al año. A nivel intercolegial no había casi competencia.

¿TE ACORDAS COMO FUE LA TRANSICION DEL COLEGIO AL CLUB? ¿DE USAR LA VERDE A PASAR A USAR LA AZULGRANA?

Como jugador de rugby del Colegio, me gustaba mucho y seguía a Old Boys, los iba a ver todos los fines de semana. En 1969, estando en 4to de Liceo un día apareció Ricardo Bonner a buscarme con una camiseta de Old Boys para jugar el fin de semana y para mí fue como tocar la gloria. Así empecé.

¿FORMASTE PARTE DEL PLANTEL CAMPEON DE 1975?

No. Si bien soy de esa generación, estudié agronomía y no estuve ese año porque me fui a vivir a Paysandú. Pero jugué con todos ellos antes y creo que después también.

¿CÓMO ERA EL CLUB?

Era rugby y squash en la Ciudad Vieja, en la sede de Lindolfo Cuestas. Entrenábamos en los canteros de la rambla, hacíamos algo de pases, muy básico porque no había casi luz y el terreno era completamente desnivelado. Para entrenar teníamos una sola pelota, o 2, pero nos las ingeniábamos. Y jugábamos acá en el predio del Colegio que en ese momento tenía un convenio con el Cricket.

 

¿SIEMPRE TUVISTE PERFIL DE DIRIGENTE?

En la Presidencia de Diki (Ricardo) Vivo formé parte de una Directiva medio Sui Generis porque Diki era Presidente, Tesorero, Secretario, Manager, Capitán, hacía todo y nosotros estábamos medio de relleno.

Pero yo siempre estuve muy vinculado con el Club y con el Colegio. Por suerte pude mandar a mis hijos al British y también iba todos los mediodías a la Sede de Lindolfo a almorzar, a jugar a las cartas. Estaba en los 2 lados, seguía al equipo de rugby de Old Boys y así me fui acercando a los temas del Club.

Los Presidentes eran amigos y de la generación, Fernando Jiménez de Aréchaga, Alfonso Varela, Norman Fox, éramos más o menos de las mismas camadas.

No recuerdo quien me propuso ser Presidente, pero acepté con ganas.

¿CÓMO ERA EL CLUB CUANDO ERAS PRESIDENTE?

Había unos 300 socios, mayoritariamente todos jugadores de rugby, el fútbol estaba recién empezando a pisar, creo que en alguna de esas Directivas invitamos a Nico Brause a participar en representación del fútbol.

Teníamos la sede social que la usábamos 10, 12 personas entre los que almorzaban, jugaban al squash y a las cartas y después toda la parte deportiva se llevaba en Carrasco. Ya habíamos hecho convenios para entrenar en el predio y para jugar.

Había poca integración. Estaban los jugadores por un lado y la Institución Club por el otro. Eso era lo que se sentía.

Y yo veía que lo de la sede en Ciudad Vieja era cada vez más inviable, porque tenía un costo y prácticamente nadie la usaba. Había un sentimiento muy romántico de lo que era la sede, pero era inviable. Se fueron dando pasos, hasta que un día la gente del rugby vino con una propuesta de alquilar una casa enfrente de los fondos del Colegio para usar de sede y de gimnasio. Querían pedirle permiso al Colegio para poner un portón para entrar a las canchas.

Ese fue el germen de la mudanza, de lo que es esto hoy. En un momento yo dije “esto no puede ser, no podemos seguir teniendo esta sede tan lejos de los deportes, para 10 personas”.

Comenzamos a hablar con unos y otros y decidimos hacer una Asamblea para ver que se hacía. Se armó una convocatoria muy importante, participó gente de todas las edades. Se logró mucha discusión, mucho intercambio y ahí se empezaron a manejar distintas posibilidades. Y por supuesto, siempre hablando y haciendo participar al Colegio. Había muchos mitos que derribar. Para mucha gente del Colegio Old Boys era un grupo de ex rugbistas que se juntaban a tomar cerveza. Nosotros nos sentíamos parte de la comunidad de ex alumnos del Colegio y eso era lo que teníamos que transmitir y lo hicimos bien.

¿CÓMO FUE LA UNIÓN CON LAS OLD GIRLS?

Old Boys era un club de ex alumnos varones y también se caía de maduro que, si queríamos avanzar y crecer, debíamos fusionarnos con las Old Girls y así se hizo. Se cambiaron los estatutos para poder darle cabida a las mujeres y se formó el Old Boys & Girls Club. Con el apoyo de ellas logramos mucha más solidez ante el Colegio. Fue clave esa unión.

HUBO UN TEMA POR UNA PATENTE SOBRE EL ESCUDO DE OLD BOYS ¿CÓMO FUE?

Por el Seven de Punta del Este habíamos tenido que patentar el escudo del Club y eso al Colegio no le cayó bien. Eran cosas de las que nos íbamos enterando “por abajo” porque no era un malestar expresado abiertamente, pero le molestaba mucho eso. Y ese tema llevo como un año, o más para dejarlo sanado. Norman Fox dio una mano enorme como Gerente de marcas que era. Hubo que hacer un acuerdo para que Old Boys le cediera la marca al Colegio y simultáneamente el Colegio nos cedía el uso de la marca, para allanar el camino. Era una piedra en el zapato que logramos sortear y a partir de allí comenzaron las reuniones con el Board donde les empezamos a contar la idea de alquilar la casa enfrente.

Allí, en la primera reunión que tuvimos surgió la idea de utilizar una parte del predio para levantar una sede.

Y comenzó un proceso de trabajo muy lindo donde hubo muchísima gente involucrada. Se logró tocar una fibra intima, algo que era intangible, el School Spirit, que era algo que vivía en los ex alumnos y en los socios del Club, en los deportistas. Era algo muy removedor.

En un momento hubo que votar, porque había otra propuesta de fusionarse con el Club hípico de Solymar y se eligió el camino de la sede en el predio del Colegio. Todos nos subimos al mismo carro, inclusive los que, como yo, teníamos o apoyábamos otras ideas y así comenzó esta obra que marcó un antes y un después en la historia del Club y del Colegio. Fue un ganar-ganar.

Al Colegio lo han felicitado más de una vez, misiones que vienen del exterior a hacer auditorias y seguimientos, por tener a los ex alumnos dentro del Colegio, porque ayuda mucho a ese School Spirit, porque los chicos se acostumbran a los colores del club y nosotros los ex alumnos, tenemos la suerte de acompañar y de estar en el mismo lugar donde nos criamos y educamos. Viendo todos los cambios que hacen, la evolución constante que tienen.

Sin duda fue un ganar-ganar.

¿QUÉ PENSAS CUANDO VES EL CLUB HOY?

Una satisfacción. Es lindísimo venir y ver el club lleno de chiquilines y chiquilinas que juegan al rugby, al hockey al futbol, con la azulgrana. Es algo muy reconfortante.

¿QUÉ MENSAJE LE DEJARIAS A ESOS JOVENES QUE VAN TERMINANDO LA ETAPA DEL COLEGIO Y TIENEN QUE ELEGIR SI SEGUIR EN EL CLUB?

Les diría que hay que trabajar por el Club porque las cosas no se hacen solas. Esto no se hizo solo, el Anexo no se está haciendo solo. Hay mucha gente trabajando y se necesita el apoyo de todos en lo que puedan hacer.

Somos una comunidad de ex alumnos y eso es lo que nos une. Un Colegio que nos formó a todos.

Hay que seguir soñando y pensando en el futuro porque todavía hay mucho por hacer.

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