¿NACISTE EN INGLATERRA?

No, yo nací en Uruguay. Mi familia está aquí desde fines del siglo XIX, siempre con algunos lazos con Inglaterra, pero la mía ya es la tercera generación de uruguayos.

Llegó mi bisabuelo desde Yorkshire a trabajar en los ferrocarriles, primero en Mendoza, Argentina y luego en el ferrocarril central de Uruguay. Al poco tiempo se desvinculó de los trenes y se estableció como comerciante, trayendo a sus cuatro hermanos menores al país. Fueron aquellos cinco hermanos quienes fundaron la dinastía en el Atlántico sur, abarcando hoy ambas márgenes del Río de la Plata. Otras ramas coetáneas se establecieron en Australia y Nueva Zelanda.

Aunque nuestra familia mantuvo siempre un perfil en la comunidad británica local, se integró rápidamente a la sociedad uruguaya. Si bien acriollándose en muchos aspectos, algunas costumbres como el té a las 5 de la tarde nunca se perdieron. Mi bisabuelo, Don Heriberto, fue el fundador del Rotary Club en Montevideo (el primero en Sudamérica). Su hermano siguiente, Etelberto, es el tatarabuelo de Sebastián Coates, el futbolista.

¿SOS EX ALUMNO DEL COLEGIO? ¿DE QUÉ GENERACIÓN?

Si soy ex alumno. Es toda una parte de la vida que te queda grabada en la memoria para siempre. Entré al Colegio en 1956 y salí en 1968. De jardinera hasta 4to de Liceo.

¿LLEGASTE A IR AL BRITISH DE POCITOS?

Sí, me tocaron los primeros 6 años en Pocitos, una cosa mucho más chica, sin canchas deportivas, con una composición étnica que sería más o menos 50 – 50 entre británicos y descendientes, por un lado, y criollos por otro.  Con la gradual asimilación de la comunidad británica por el resto de la población, hoy en día, 50 años después, los apellidos ingleses son una minoría muy marcada dentro del total, aunque muchos llevan la sangre británica por sus madres, abuelas y bisabuelas.

Yo vivía en Carrasco y no había bus de transporte para dicha lejana minoría. Surgieron grupos organizados de familias que se turnaban para llevarnos y recogernos en las cadenas. Me acuerdo de los Stanham, Castleton, Fox, etc. Luego ya cuando llegábamos a los 10 u 11 años, usábamos el transporte público. Nos tomábamos el 104 que hacía un recorrido por las playas de Montevideo antes de depositarnos en el ombú de Bulevar España y Luis de la Torre.

¿PRACTICABAS DEPORTE EN EL COLEGIO?

No había alternativa (risas). A mí siempre me gustó y me sigue gustando más el fútbol que el rugby. Una vez por semana teníamos práctica una tarde dedicada al deporte, donde se privilegiaba el rugby. A los que no querían jugar, les tiraban una pelota de fútbol y que se arreglaran. Eso cambió mucho, pero en esa época era así.

También practicamos el cricket, para lo cual aprovechamos los largos recreo del mediodía (hora y media). Fui parte del equipo que jugó el último partido oficial en 1967 cuando yo estaba en 3ro de Liceo. Vino el San Jorge de Quilmes y jugamos acá y después fuimos a Buenos Aires y jugamos contra ellos y el St. Albans. Eso fue lo último que se jugó a nivel de colegios. Nuestro último partido terminó en victoria.

¿SIEMPRE TUVISTE PERFIL DE DIRIGENTE?

Te diría que no figuraba en mis planes. Era una cosa muy de amigos y era más bien asumir una responsabilidad que llevaba dedicación y tiempo y entonces nos turnábamos.

Por ejemplo, quien me precedió como Presidente fue Norman Fox, un gran amigo de toda la vida. Él era Presidente y yo estaba en la Comisión Directiva y entonces un día me dijo “Bueno, ahora te toca a vos un rato”.

¿CÓMO ERA LA PROBLEMÁTICA CON EL CRICKET?

Ya construido el colegio, el Cricket continuaba usando el predio para sus actividades deportivas. En determinado momento las demandas del Cricket, el OBC, el OGC y el Colegio saturaron la disponibilidad de canchas en los fines de semana.

Ya en esa época tampoco las membresías de unos y otros eran las 2 caras de la comunidad británica de antaño. Se habían separado un poco. Seguía habiendo ingleses en el Cricket, pero ya no tanto como antes y entonces llegó el momento en que Old Boys se acercó al Board del Colegio para plantear el tema. Básicamente fuimos Norman Fox y yo, que seguíamos vinculados de una forma u otra a las tres partes involucradas. Comenzamos un trabajo de lobby en el British donde tratábamos de explicar que – siendo nosotros los ex alumnos del Colegio – lo que correspondía era que tuviésemos un trato preferencial por parte del Colegio.

Comenzamos por el uso de las canchas y tuvimos un eco favorable por parte del Colegio.

Así comenzó y finalizó años después con la mudanza del Cricket a su propio predio, que es donde funcionan hasta el día de hoy

La relación con el British se fue fortaleciendo, no solo con el acceso a las canchas, sino más adelante con la autorización de construir esta hermosa sede en esta esquina, lo cual cambió por completo la naturaleza, la membresía, las finanzas y la historia del club.

¿QUÉ TE TOCÓ HACER COMO PRESIDENTE?

Creo que el logro principal fue lo que acabo de describir en cuanto a los esfuerzos que hicimos Norman y yo durante nuestros años en la Directiva del club para navegar las distintas corrientes entre la comunidad británica en busca de un final feliz para la institución, junto a las Old Girls donde Alma Elorza jugó un importante papel.

Otra de las cosas que recuerdo fue una tarde que se presentó Pepo Invernizzi y me propuso anotar un cuadro de Old Boys en la Liga Universitaria de Fútbol. Vino muy serio, como a tratar de convencerme, sin saber que yo era más fanático del futbol que el rugby. Pepo tenía la idea que se iba a entrevistar con un inglés recalcitrante que pensaba que “el fútbol es deporte de caballeros presenciado por hooligans y el rugby es un deporte de hooligans presenciado por caballeros”.

Se sorprendió muchísimo cuando le dije “Pepo, es la mejor idea que escuché en años, vamos a inscribirnos ya”. Al año había más jugadores inscritos para el fútbol que para el rugby. Empezamos en la última categoría y llegamos a jugar en la Primera Divisional.

¿QUÉ MENSAJE LE DEJARIAS A ESOS JOVENES QUE VAN TERMINANDO LA ETAPA DEL COLEGIO Y TIENEN QUE ELEGIR SI SEGUIR EN EL CLUB?

Los aliento a que se hagan socios, participen. Las amistades que se hicieron en el colegio son para siempre y frecuentar al Club hace que tengamos más posibilidades de ampliarlas, mantenerlas y consolidarlas.

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