¿SOS EX ALUMNO DEL COLEGIO? ¿DE QUÉ GENERACIÓN?

Sí, soy ex alumno, generación 70. Cursé hasta el 4to año de escuela en Pocitos y en 5to nos trasladaron a Carrasco, al edificio del Senior. El edificio de Junior lo hicieron después. Vine al colegio hasta 4to de Liceo, en esa época no había 5to y 6to.

En la etapa de Pocitos, el colegio me quedaba a 2 cuadras de mi casa, iba caminando, almorzaba en casa. De ahí pasé a tomarme 2 ómnibus de CUTCSA todos los días para ir y 2 para volver.

¿CÓMO ERA EL COLEGIO CUANDO SE MUDARON A CARRASCO?

Todavía estando en Pocitos, me acuerdo que ya se hacían algunas cosas en los terrenos del colegio: sports y algún evento generalmente relacionado con el deporte. Todo era mucho más chico. Cuando ves lo que es el club y el colegio hoy, cuesta imaginar lo que era antes. Está bueno haberlo vivido para poderlo contar, pero tengo el recuerdo de que todo era más chico, eran las dimensiones de la década del 50 que fue cuando arranqué.

Después cuando salí en 1970, yo ya jugaba al rugby y la continuidad con el club era casi automática. Si jugabas al rugby el lugar donde ibas era Old Boys.

¿SIEMPRE FUISTE DEPORTISTA?

Sí, hacía atletismo y jugaba al rugby, primero en el First XV y después cuando vine a Old Boys derecho a Primera, no había mucho más que eso. Le di continuidad, pero me retiré muy joven. Me lesioné un hombro y dejé de jugar. Mi último año fue en 1975 cuando salimos campeones compartidos con Cachila.

Seguí vinculado al club como hincha y como dirigente.

¿DE QUÉ JUGABAS?

De primer inside, lo que hoy sería centro o número 12. Era bastante rápido y me defendía. Tampoco era Pelé (risas) pero me divertí mucho jugando.

¿SALISTE CAMPEÓN CON OLD BOYS?

Sí, en 1975.

¿QUÉ RECORDAS DE AQUEL CAMPEONATO?

Old Boys no era un equipo que ganaba muchos campeonatos, pero solamente perdíamos un partido contra Cachila, algún partido con Christians, pero a los demás les ganábamos bien. Cachila dominaba aquella época. Salieron campeones los 5 años que yo jugué en Primera. Por supuesto que era otro deporte distinto a lo que es hoy, era un rugby social. Entrenábamos 2 veces por semana, el viernes hacías lo que querías, jugabas el sábado. Si no practicabas jugabas igual porque no había a quien poner. Transpolar aquello a lo que es el rugby hoy no tiene nada que ver. Pero era un rugby muy divertido. Lo único que coseché en aquella época fueron amigos. No existía pelearte con nadie de otro cuadro.

Un poco dejé de seguir el rugby cuando vi que los que jugaban, en vez de hacerse amigos se peleaban, dejaron de haber terceros tiempos. Para mí, ese rugby no existía. Esa competencia “a muerte” y “todo lo que está en el piso es pasto” y esas locuras me alejaron del rugby. Mejoró el juego, la potencia física, pero el espíritu quedó menguado. Con Christians había rivalidad, pero sana, mis mejores amigos son de allí de la época del rugby, hoy escucho que las hinchadas cantan canciones medio agresivas. No es el rugby que yo viví. Pienso que en una sociedad chica como es la de Uruguay, se podrían hacer las cosas con más educación.

¿SIEMPRE TUVISTE PERFIL DE DIRIGENTE?

No. Pero siempre estuve ahí, fui Head Boy en el colegio, fui capitán de rugby, tuve el aprecio de mis compañeros. No era mi vocación, lo ejercía naturalmente. Después cuando llegué a Old Boys desde el colegio pasé a ser el último orejón del tarro un tiempo (risas).

Cuando dejé de jugar venía a la sede a jugar al squash e iba siempre a ver el rugby y el club estaba pasando por una situación bastante comprometida. No había un buen cuadro de rugby, muy poca gente, estaba desorganizado.

La sede de Lindolfo Cuestas se había transformado en una especie de boliche. Ibas a jugar al squash, te quedabas a comer, después a jugar a las cartas. Muy divertido, pero con poca proyección. La pregunta que algunos nos hacíamos era ¿Cómo salimos de esto? Hubo entonces una especie de recambio generacional donde aparecieron socios que pensaban que había que hacer un cambio en el club. Una corriente de gente joven que estaba dispuesta al cambio, pero no tenían quién los aglutinara, quien pusiera la cabeza en algo que los juntara a todos. Y yo había sido rugbista y seguía el rugby, venía bastante a la sede a almorzar y a jugar al squash, estaba un poco en todos lados. Me conocían y me propusieron ser la persona que uniera todas esas corrientes de gente que quería innovar.

Me eligieron como Presidente y formaron parte de la Comisión Directiva personas que representaban esas corrientes. Todos más jóvenes que yo y con mucho empuje. Empezamos por hacer cosas en la sede de Lindolfo. Compramos un terreno lindero e hicimos una cancha de squash, hicimos en el estacionamiento una cancha de pádel. Se empezó a acercar otra gente porque había un poco más de actividad, pero la parte deportiva seguía siendo floja. Por las mismas causas de toda la vida: no había gente, la gente abandonaba.

Entonces tuvimos algún acierto. Yo consideraba que la masa social del club era muy chica, en ese entonces éramos 220, 230 socios de los cuales 40 jugaban al rugby, otros venían a la sede y otros pagaban la cuota, pero no venían nunca. Comenzó un movimiento para integrar a las Old Girls. Estaban Victoria Cooper, Margarita Mezzera, había varias que eran más cercanas de mi generación y estaban a fin de hacer algo.

Integrar a las Old Girls acá, no fue fácil. Había resistencia del club machista, había una imposibilidad casi física. En la sede de Lindolfo Cuestas no había baño de mujeres. El primer día que hicimos una cena invitando a las autoridades de las Old Girls para empezar a conversar de estos temas, tuvimos que hacer un baño porque para nosotros el baño era el vestuario. No fue fácil. La idea de que haya mujeres en la vuelta no fue fácil de digerir. Pero prendió la semilla y se logró la integración. Eso para mí fue muy importante, dejar de ser un club de hombres para ser un club de familia. Si bien las Old Girls no estaban bien organizadas, de a poco lo hicieron y la cosa empezó a funcionar. Pienso que ese fue un logro político bueno para el club.

SOS UNO DE LOS CREADORES DEL SEVEN DE PUNTA DEL ESTE

Fue un momento de audacia, como siempre digo: el espíritu combativo de algunos socios.

Teníamos una actividad local muy pobre. Nunca salíamos campeones. El Christians había hecho la Copa Libertadores de rugby que se jugaba en verano y nosotros la veíamos pasar, encima venían de un quinquenio (5 años seguidos campeones).

Entonces en una reunión de directiva Martín Guerra dijo “Bo, tenemos que hacer algo, estos azules nos están caminando por arriba, no nos invitan al campeonato de ellos y no sé qué más. Vamos a organizarles un campeonato de Seven”.

Hablar de Seven en esa época… se jugaba uno en Hong Kong, uno más menos en Paris y en Nueva Zelanda y Australia uno de entre casa. No había sevens. Empezamos a ver cómo era hasta que llegó el momento de decidir. Estaban Juan Cat, Martin Guerra, Pedro (Bordaberry). Y el único que votó en contra fue Pedro que indudablemente era el más capaz y el más sensato. Y yo que era el Presidente dije “¿Sabes qué? No perdemos nada, hagamos una cosa que podamos solventar, no perdamos plata y a ver qué pasa.”

Si sabríamos poco de Seven que cuando hicimos el cuadro de Old Boys invitamos a Perica (Andrés) Courreges y a Diego Cash ¡que eran pilares! No sabíamos nada.

Ahí confluyeron varias cosas. La economía argentina entró en el 1 a 1 con lo cual el campeonato se hacía accesible trayendo gente de varios lados. Después Aerolíneas Argentinas debería ser en aquel momento como hoy, un relajo total. Les pedíamos 150 pasajes gratis y nos lo daban. Una locura.

Empezamos a invitar jugadores para que jueguen en Old Boys y así llegó por ejemplo Eric Rush. Después venia un equipo como Nueva Zelanda, pero no eran los All Blacks, eran Eric Rush y sus amigos y Fiji, ni te digo, se tiraban de cabeza. Si hoy queres traer al mejor jugador de seven del mundo a jugar acá, apronta la billetera. Serevi (Waisale) se peleaba para que le den una camiseta. Era una cosa insólita e indudablemente Pedro le imprimió un dinamismo y una organización fuera de serie. Una capacidad de trabajo ilimitada. Y él que era el más conservador, pasó a ser el más audaz. Juan Cat era el tesorero y se agarraba la cabeza con los gastos de Pedro. Daba y prometía todo y después que venga Juan y pague (risas).

Los directivos éramos los responsables de hacerlo, pero después estaban los que manejaban la mesa. Obes (José) Mera (Gallego), Stefani (Martin) que trabajan como locos de manera independiente y funcionaba, la organización de los ball boys que eran los chicos del colegio. Todo el mundo quería participar. Y eso era lo bueno, que del club participaban todos de un evento que era muy exitoso.

Después, como cuando algo alcanza un tamaño determinado y se necesita un volumen de dinero importante, Uruguay ya no tiene esa capacidad para hacerlo, pero Pedro entonces vio la posibilidad de hacer un circuito de Seven cuando después de nosotros, Mar del Plata empezó a organizar el suyo.

Argentina no podía ver que nosotros tuviéramos a todos estos fenómenos acá y empezaron con Mar del Plata. Después apareció el Seven de Viña del Mar y Paris quería mejorar su Seven. Entonces un día Pedro le presentó a la IRB que era en aquel momento lo que hoy es la World Rugby, la idea de hacer un circuito de Seven para abaratar costos. El circuito que hoy vemos por tele que es increíble, lo inventó Pedro. La IRB le dijo “Ok vamos a hacerlo, pero las condiciones son estas, La televisión y los sponsors es nuestro. Ustedes se quedan con las entradas y arréglate como puedas”, Se acabó el negocio y se apagó el Seven. Llegamos a lo máximo que pudimos y cuando les dijimos “miren, el negocio esta acá” lo tomaron y nosotros quedamos en pampa y la vía.

Más allá de la anécdota, eso fue muy importante para el club. Old Boys pasó a ser un club conocido en el mundo y nuestros jugadores viajaron por todos lados, invitados a torneos de seven. Sumado a eso, el reconocimiento hacia el club de los mejores jugadores del mundo.

Fue algo único.

¿QUÉ PENSAS CUANDO VES EL CLUB HOY?

Me alegro mucho porque el club, de haberse quedado en Lindolfo Cuestas, o haber mantenido esas políticas de club de hombres, eso no tenía futuro ninguno.

Entonces cuando veo esta sede, los gimnasios, canchas en otro lado, a 10 minutos de las casas de la mayoría, veo a todos contentos, la verdad que es bárbaro.

El otro día tuvimos una reunión aquí, el Plantel Superior de rugby nos invitó a los campeones de 1975. Y vos te juntas con los chicos que tienen 20, 22 años y está todo bien. Eso es lo mejor que tiene, la identidad que nos da el colegio para seguir haciendo amigos y compartir las cosas juntos.

Compartimos los mismos principios y tenemos un lugar espectacular para juntarnos.

Me gustaría ver también chicos que vengan de otros colegios y se incorporen, se sientan como en su casa, porque tampoco somos un club encerrados en una nube. El club hace un gran trabajo social y todos aquellos que dicen que vivimos en una burbuja, nada más lejos de la realidad. No vivimos en ninguna burbuja.

Revista Oficial
-

Diseño web CreaWeb