SOS UNO DE LOS CREADORES DEL SEVEN DE PUNTA DEL ESTE
Fue un momento de audacia, como siempre digo: el espíritu combativo de algunos socios.
Teníamos una actividad local muy pobre. Nunca salíamos campeones. El Christians había hecho la Copa Libertadores de rugby que se jugaba en verano y nosotros la veíamos pasar, encima venían de un quinquenio (5 años seguidos campeones).
Entonces en una reunión de directiva Martín Guerra dijo “Bo, tenemos que hacer algo, estos azules nos están caminando por arriba, no nos invitan al campeonato de ellos y no sé qué más. Vamos a organizarles un campeonato de Seven”.
Hablar de Seven en esa época… se jugaba uno en Hong Kong, uno más menos en Paris y en Nueva Zelanda y Australia uno de entre casa. No había sevens. Empezamos a ver cómo era hasta que llegó el momento de decidir. Estaban Juan Cat, Martin Guerra, Pedro (Bordaberry). Y el único que votó en contra fue Pedro que indudablemente era el más capaz y el más sensato. Y yo que era el Presidente dije “¿Sabes qué? No perdemos nada, hagamos una cosa que podamos solventar, no perdamos plata y a ver qué pasa.”
Si sabríamos poco de Seven que cuando hicimos el cuadro de Old Boys invitamos a Perica (Andrés) Courreges y a Diego Cash ¡que eran pilares! No sabíamos nada.
Ahí confluyeron varias cosas. La economía argentina entró en el 1 a 1 con lo cual el campeonato se hacía accesible trayendo gente de varios lados. Después Aerolíneas Argentinas debería ser en aquel momento como hoy, un relajo total. Les pedíamos 150 pasajes gratis y nos lo daban. Una locura.
Empezamos a invitar jugadores para que jueguen en Old Boys y así llegó por ejemplo Eric Rush. Después venia un equipo como Nueva Zelanda, pero no eran los All Blacks, eran Eric Rush y sus amigos y Fiji, ni te digo, se tiraban de cabeza. Si hoy queres traer al mejor jugador de seven del mundo a jugar acá, apronta la billetera. Serevi (Waisale) se peleaba para que le den una camiseta. Era una cosa insólita e indudablemente Pedro le imprimió un dinamismo y una organización fuera de serie. Una capacidad de trabajo ilimitada. Y él que era el más conservador, pasó a ser el más audaz. Juan Cat era el tesorero y se agarraba la cabeza con los gastos de Pedro. Daba y prometía todo y después que venga Juan y pague (risas).
Los directivos éramos los responsables de hacerlo, pero después estaban los que manejaban la mesa. Obes (José) Mera (Gallego), Stefani (Martin) que trabajan como locos de manera independiente y funcionaba, la organización de los ball boys que eran los chicos del colegio. Todo el mundo quería participar. Y eso era lo bueno, que del club participaban todos de un evento que era muy exitoso.
Después, como cuando algo alcanza un tamaño determinado y se necesita un volumen de dinero importante, Uruguay ya no tiene esa capacidad para hacerlo, pero Pedro entonces vio la posibilidad de hacer un circuito de Seven cuando después de nosotros, Mar del Plata empezó a organizar el suyo.
Argentina no podía ver que nosotros tuviéramos a todos estos fenómenos acá y empezaron con Mar del Plata. Después apareció el Seven de Viña del Mar y Paris quería mejorar su Seven. Entonces un día Pedro le presentó a la IRB que era en aquel momento lo que hoy es la World Rugby, la idea de hacer un circuito de Seven para abaratar costos. El circuito que hoy vemos por tele que es increíble, lo inventó Pedro. La IRB le dijo “Ok vamos a hacerlo, pero las condiciones son estas, La televisión y los sponsors es nuestro. Ustedes se quedan con las entradas y arréglate como puedas”, Se acabó el negocio y se apagó el Seven. Llegamos a lo máximo que pudimos y cuando les dijimos “miren, el negocio esta acá” lo tomaron y nosotros quedamos en pampa y la vía.
Más allá de la anécdota, eso fue muy importante para el club. Old Boys pasó a ser un club conocido en el mundo y nuestros jugadores viajaron por todos lados, invitados a torneos de seven. Sumado a eso, el reconocimiento hacia el club de los mejores jugadores del mundo.
Fue algo único.
¿QUÉ PENSAS CUANDO VES EL CLUB HOY?
Me alegro mucho porque el club, de haberse quedado en Lindolfo Cuestas, o haber mantenido esas políticas de club de hombres, eso no tenía futuro ninguno.
Entonces cuando veo esta sede, los gimnasios, canchas en otro lado, a 10 minutos de las casas de la mayoría, veo a todos contentos, la verdad que es bárbaro.
El otro día tuvimos una reunión aquí, el Plantel Superior de rugby nos invitó a los campeones de 1975. Y vos te juntas con los chicos que tienen 20, 22 años y está todo bien. Eso es lo mejor que tiene, la identidad que nos da el colegio para seguir haciendo amigos y compartir las cosas juntos.
Compartimos los mismos principios y tenemos un lugar espectacular para juntarnos.
Me gustaría ver también chicos que vengan de otros colegios y se incorporen, se sientan como en su casa, porque tampoco somos un club encerrados en una nube. El club hace un gran trabajo social y todos aquellos que dicen que vivimos en una burbuja, nada más lejos de la realidad. No vivimos en ninguna burbuja.