Lo que nos gusta, lo que nos conviene y lo que se debe es la explicación de todas nuestras acciones.
Un ejemplo en tiempo real, en este momento voy a dejar de escribir estas páginas, que es lo que me gusta, para ir al gimnasio a cumplir con mi rutina de ejercicios, que es lo que se debe.
Lo que nos gusta se vincula con nuestras preferencias sean del tipo que sean.
Lo que nos conviene tiene que ver con las ganancias, los beneficios, nuestra comprensión de intereses en sentido más material.
Lo que se debe está relacionado a los valores, los principios, la ética. Puede que algo no nos guste, no nos convenga, pero debemos hacerlo, estamos moralmente obligados a ello o lo hacemos por una cuestión de afecto.
La semana pasada viajábamos desde Montevideo a Punta del Este con un amigo y su hijo. Íbamos a la casa del padre de mi amigo que es un conocido empresario al que estoy vinculado en algunos negocios.
Mi motivación para ese viaje era asistir a una reunión de negocios por razones de conveniencia; mi amigo, que es un destacado neurólogo, iba a visitar a su padre que vivía ahí la mayor parte del tiempo, ya casi retirado y con algunos problemas de salud. Viajaba por un tema de afecto y porque era lo que debía hacer, prestarle atención a su padre aquejado con temas de salud y tal vez anímicos.
Su hijo de 12 años, gustaba mucho de visitar a su abuelo porque amaba los animales y él tenía un pequeño zoológico en su casa, vivía frente a la playa, su empleada le hacía las mejores hamburguesas según su propia calificación y, además, en las inmediaciones podía encontrarse con algunos amigos que estaban de vacaciones.
Íbamos tres en el auto: uno estaba ahí porque le gustaba, otro porque le convenía y el otro porque era lo que debía hacer.
Estas conceptualizaciones parten de una metodología que en psicología se llama análisis transaccional. Describe tres estados del yo:
- El Yo niño, actúa preponderantemente orientado por lo que le gusta.
- El Yo adulto, inclinado a la conveniencia.
- El Yo padre, orientado a lo que se debe.
Por encima de cualquier evaluación técnica, para la cual no estoy facultado, siempre me pareció una muy práctica herramienta para diagnosticar y pronosticar conductas.
Hay dos áreas en las cuales solemos encontrar confusiones y contradicciones.
Actuar movido exclusivamente por lo que nos gusta es de los mayores signos de inmadurez. En general sólo los niños pueden hacer preponderantemente lo que les gusta.
En el libro Cómo hacer para que los hijos trabajen, analizo en profundidad los errores a que puede llevar el hecho de impulsar a nuestros hijos a que elijan su futuro ocupacional – profesional, basados exclusivamente en lo que les gusta, sin otras consideraciones. Un confuso e incompleto enfoque sobre la vocación.
Hay otras consideraciones relativas a sus fortalezas, propensiones y aptitudes, a la necesidad de impulsar a buscar la confluencia entre sus talentos y lo que puede ser una buena decisión económica. Sólo lo que les guste es un faro pequeño e insuficiente como para determinar por sí la primera y más trascendente decisión financiera que van a tomar: a que intentaran dedicarse buena parte de su vida.